Cuentos de Peregrino

Un lugar de encuentro con los sueños y las fantasías...

domingo, 30 de diciembre de 2012

Desde el infinito





Montado en un fragmento  cósmico llegó, invisible, al observatorio Pierre Auger. Se instaló en una de las mascotas.  Estaba decidido a permanecer allí hasta averiguar porque seguían tan empeñados en saber de donde venían sin, tan siquiera, saber hacía donde iban…


                                                                Peregrino


jueves, 20 de diciembre de 2012

Vértigo (festivo…)




La organización suele comenzar luego de la fiesta de fin de curso de los chicos: Después de hacer  una lista detallada, se concurre  al shopping.  Se asiste  a la cena de fin de año con los compañeros de trabajo.   Se coordinan los lugares  de reunión y llega el momento de:         Comenzaraprepararlacomidaparalacena,limpiarlacasa,recibiralalasvisitas,cenar10,9,8,7,6,5,4,3,2,1¡Brindis!QuéloscumplasFeliz(Haygentequecumpleañosennavidad!!!!!!!!!!!)recuperaseunpocoparaluegoiraalmorzaralacasadelpariente,soportarelterribletránsitodelasfiestas.  Y por suerte, luego, comenzar el regreso hacia el m e r e c i d o d e s c a n s o…


                                                     Peregrino        

domingo, 9 de diciembre de 2012

La Elección




Fue aclamado por unanimidad:

-Este año te toca a vos

La idea no lo disgustó.  Llegó tranquilo hasta el momento preciso.  A partir de allí comenzaron a asaltarlo las dudas, era la primera vez y toda primera vez tiene esa cuota de incertidumbre…
Ajustó sus pesadas ropas en la calurosa noche de verano, trepó las escaleras y, asomándose temerosamente, comenzó a sentir un leve temblor en sus piernas…
La altura no lo asustaba, lo que temía era lo que había allí abajo: Un montón de rostros inocentes a la espera de una noche mágica.  Precisamente eso fue lo que disparó su ángel interior, su niño dormido. Fue allí donde, con un preciso y certero “JO, JO, JO…” , comenzó el más acertado y preciso rol del portador de ilusiones…


                                                              Peregrino

martes, 25 de septiembre de 2012

El jugador




Otra vez el mismo clásico, la misma indumentaria.  Estaba harto de estar sujeto y afierrado a una posición.  Detestaba, además, el esquema fijo que lo sometía siempre a la estructura original.  Los que variaban indefectiblemente, eran los resultados. Lógico, dependían de las habilidades de quienes los conducían. El sonido hueco y metálico de los goles continuaría hasta que el balón cumpliera sus ciclos de reposiciones. En tanto el jugador permanecería, clásico tras clásico, manteniendo su posición…  

                                                   

                                                                                  Peregrino

miércoles, 19 de septiembre de 2012


Diálogos:


La espesa neblina  profundizaba su estado de soledad y no le permitía ver más allá de sus pies.  Aún aislado, sostenía un diálogo intenso:

-Le puedo decir que no estoy preparado…
-Si, claro, ¡pedazo de boludo, con veintisiete años y siete de novios ahora le vas a salir con que no estás preparado…!
-Bueno, pero tengo que encontrar la manera.  Todavía estoy a tiempo…
-¿A una semana llamas estar a tiempo?

Era inútil levantar la mirada para aferrarse a alguna imagen que le permitiera modificar el foco, no se veía nada.  Cada tanto el faro de algún vehículo asomaba a distancia, producía el destello del acercamiento y se perdía en la ruta continuando su camino.

-Bueno en una semana la voy a ver por lo menos dos o tres veces, quizá comience a mostrarme distante y luego pueda ir sugiriéndole…
-¡Sugiriéndole que! ¿Vos estás pensando en romper o en cambiar la fecha del casamiento?
-¿y cuál sería la diferencia? No va a aceptar ninguna de las dos…

Intentaba acelerar sus pasos para llegar más rápido y así poner fin a esta conversación tediosa, el camino se desdibujaba y lo obligaba a disminuir la marcha.

-Pero, a ver, vamos a enfocarnos mejor: ¿La duda pasa por el afecto o por lo que implica un matrimonio?
-Bueno en realidad…

No fue necesaria ninguna decisión, el accidente lo dejó parapléjico.  Tampoco hizo falta el casamiento; ella lo acompañaría de  por vida, no le hacía falta ninguna formalidad para asumir el compromiso que implicaba su pasión, el ya no podría evidenciar jamás la duda de su otro yo…
    
 

 
                                                                                     Peregrino

sábado, 11 de agosto de 2012

Cucho




Cucho vivía los tiempos del destiempo mientras transitaba sus lugares preferidos: los bosques del sur.  Conversaba con las aves mientras se desplazaba a gusto en busca de los frutos brillantes, esos que reflejaban la luz de la luna.  Había dejado de pasar por los lugares habitados, su estela azul violácea y orejas puntiagudas no encajaban allí. 
Era noche de brujas y mientras se preparaba a dormir sobre un colchón de hojas doradas, sus preferidas por lo crujientes, se presentó Anadón; el señor de todos los duendes.  Con voz firme y esgrimiendo el palo que portaba de bastón le indicó presentarse en el Orfanato de los Niños del Sol
-¿Y que debo hacer mi Señor…? Balbuceó Cucho
-Solo obedecer, luego tú sabrás responder…
Cucho ya había olvidado que el Señor de los duendes se expresaba en rima, hacia muchas lunas que no lo veía.
-Pero Señor… ¡la estela me delatara…; y mi aspecto…!!!
Anadón guiñó un ojo y Cucho vio desaparecer su estela, luego guiño el otro y sintió un pequeño movimiento en sus orejas.
-Ve con pasión a cumplir tu misión… Estarás oculto a los adultos.
Pronunciadas éstas palabra  desapareció convirtiéndose en una variedad de pájaros  multicolores que comenzaron a volar indicándole el camino.
Contento por asemejarse a los niños que tanto quería y pensando que podría jugar y divertirse con ellos, caminó senderos, cruzó montañas y ríos y comenzó a ingresar en una comunidad que percibía tan fría y dura como  los adoquines que había comenzado a pisar.
 Traspasó las paredes del orfanato sin mayores inconvenientes, solo tuvo que sacudir un poco de moho que había quedado impregnado en su hombro.  Luego se confundió, como uno más, entre los niños; total los mayores no podrían verlo por la gracia que le había conferido Anadón.
En solo dos días había sufrido más que en toda su existencia.  Los chicos estaban bien alimentados, vestidos y abrigados; pero la indiferencia reinaba en ese lugar.  No existían el beso,  el abrazo, tampoco el reconocimiento.  Todo eran instrucciones y cumplimiento de reglas.  Los cumpleaños se festejaban y luego de cantar el cumple feliz se soplaban las velitas, pero no se pedían los tres deseos. ¡Así los duendes se quedarían sin trabajo…!!!
¡¿Cómo resolver esta cuestión…?!  Cucho pensó y repensó hasta que una estrella fugaz que cruzó el cielo le anunció la solución que pondría en práctica en breve…
A la mañana siguiente, el encargado del lugar, cada uno de los preceptores,  cocineros y auxiliares del hogar despertaron encontrando un libro de cuentos infantiles sobre su mesa de luz.  La sorpresa se completó cuando, al dirigirse al baño para lavarse los dientes se miraron al espejo: ¡lucían una enorme y redondeada nariz roja y una abultada cabellera blanca enrulada…!!!
No tuvo que pasar mucho  tiempo para que se dieran cuenta que con ese aspecto no podrían hacer otra cosa que jugar y compartir con los niños, pero fue recién cuando comenzaron a leerle los cuentos que las narices y el cabello comenzaron a normalizarse.
Cucho supo que había cumplido con su misión con éxito cuando notó que los adultos seguían con asombro los dibujos de la estela violácea que había vuelto, esta vez mucho más brillante, a flotar en su entorno…


                                                      Peregrino

sábado, 9 de junio de 2012

Hormiga Negra




Siempre los apodos representan algún aspecto de las personas “agraciadas” que las caracteriza. En este caso lo de hormiga venía por lo pequeño, laborioso (y no sólo restringido al ámbito laboral, sino también en el aspecto constante; de empeño, insistencia, un “denso” en el vocabulario habitual), por último su tez morocha y ojos negros terminaban de completar las atribuciones del mote.
El otro (en este caso LA otra) personaje de esta historia era “La Negra”.  También podrían haberle puesto “la bomba”, porque no solo era lo más atractivo conocido hasta el momento en la oficina, sino que; además, era sumamente explosiva.  Tenía tan buena figura como mal carácter, así había logrado generar distancia y respeto entre quienes se veían atraídos por su belleza.  De cuerpo perfecto, de esos cuyos atributos posteriores impiden que los hombres dejen de mirarlo hasta que desaparece en el horizonte, con un cabello negro azabache hasta la cintura y un flequillo que le cubría los ojos a punto tal que uno no se explicaba como lograba ver a través de él y que acentuaba su sensualidad; sumado al zezeo al hablar, provocaba el combo irresistible para los hombres: era a la vez una bebota y un “minón”.  Sus explosiones de ira no eran habituales, pero eran precisas y efectivas.  Tenía la palabra justa en el momento exacto y , sabía como lastimar, si tenía que hacerlo.
Todo transcurría normalmente hasta que la Negra fue transferida a Contaduría General, sí allí en el mismo sector en el que trabajaba la hormiga…
Al principio la hormiga (Héctor), pareció tomar distancia y respetar los antecedentes que bien se había ganado su compañera.  Todo transcurrió normalmente hasta que llegó el primer cierre del mes, ese día todo el mundo cola en silla y nadie se mueve hasta que el balance queda terminado…Solían ser largas noches con prolongados momentos de espera que hasta ahora habían sido matizados por las ocurrencias de Héctor y su incansable vocabulario inagotable, pero ahora estaba la negra (Elda) y a Héctor no se le ocurrió mejor idea que comenzar a distraerla con sus chascarrillos… Al principio se limito a girar su cabeza. A  distancia, parecía que le hundía sus ojos en la frente aunque solo lograra mostrarle el flequillo que los cubría. Luego; raro en ella, comenzó a advertirle que parara que no estaba dispuesta a seguir tolerando sus humoradas. Pero, por algo la hormiga se había ganado su apodo, siguió y siguió hasta que Elda se levantó y se paró frente a su escritorio.  Apoyando sus dos manos sobre el borde comenzó a despachar todo su poder verborrágico sobre el pequeño.  Héctor parecía fundirse en su sillón y procuraba tomar distancia empujándolo hacia atrás sin darse cuenta que el vidrio de la oficina del Gerente se lo impedía.   Sus ojos pestañeaban al compás de un S.O.S. o por lo menos esa era la sensación que transmitía.  Un sórdido “ayúdenme” llegaba a las mentes de quienes lo rodeábamos algunos dispuestos a hacer nada  y otros pensando que debía hacerse cargo de la tragedia que había provocado…
Ante un discurso inigualable, que subía de tono y tendía a ponerse exasperante; la hormiga estaba quedando reducida a la nada casi completamente hundido en su sillón, mientras la negra motivada comenzaba a lucir un color casi rojizo morado en su rostro…hasta que del ingenio del personaje surgió la famosa frase:
-Perdón…, de coger ni hablar ¿no…?
Fue como si un formula uno viniera a doscientos kilómetros por hora y de pronto se detuviera.  Sacudida por el ingenio del morocho, la negra solo optó por darse vuelta y retirarse regalándonos en su ida el mejor paisaje, el silencio pacificador y cómplice del triunfo del más débil y una de las mejores anécdotas de trabajo…

                                                                                         Peregrino

martes, 15 de mayo de 2012

X e Y


  
Juanjo sostenía que nadie que no haya pasado por la sala de preembarque de un aeropuerto conocía verdaderamente la soledad.  Así lo percibía cada vez que repetía el rito de despedir a los suyos y transponer esa puerta que lo dejaba solo hasta el regreso… 
Allí estaba, una vez más, leyendo el periódico y esperando el aviso de embarque cuando un aroma a fresias desvió su atención.  Entre la parte superior de la página del diario y su máximo ángulo de visión se desplazaba una hermosa tela violácea escoltada por un desfile de cabellos rojizos al viento…  Semejante conjunción lo forzó a levantar la mirada y verla completamente: Alta, esbelta, larga cabellera, ojos verdes coronados por un par de lentes ejecutivos.  Portafolio en mano se desplazaba como por una pasarela…  Su sorpresa se completaría, más tarde;  al comprobar que la azafata le indicaba el asiento contiguo… 
El decolaje fue sereno y luego de agradecer el cambio de pasillo por ventanilla la conversación comenzó a desarrollarse como si fueran viejos conocidos. Ambos estaban en viaje de trabajo y compartían destino: Chapelco. 
Un breve temblor de los recipientes sobre las bandejas de desayuno y el aviso de cinturones de seguridad rompieron la armonía y comenzaron a hacer preveer el anuncio del ingreso a zona de turbulencias… Habían perdido la visión de la inmensa alfombra cuadriculada en diversas tonalidades de verdes y marrones y la del celeste infinito.  Ahora todo era nubes y, cada tanto, un resplandor seguido de un poderoso estruendo.  En estas situaciones la posición a la altura de las alas no es la más conveniente, simplemente porque eso que nos da la seguridad del sustento comienza a dar la peor sensación de fragilidad.  Fue en ese momento que, concientes o no; ambos se aferraban fuertemente de las manos.  Sujetándose de tal manera que ni siquiera el dolor que provocaba la presión de las alianzas impidió que continuaran así.   Por pericia del piloto y porque así estaba escrito, luego de media hora las condiciones volvieron a normalizarse.  Pero ellos continuaban tomados de sus manos y ninguno intentó desanudar aquello que el destino, las coincidencias, causalidades ¡Vaya a saber que…! parecían haber atado.  Fue allí cuando Juanjo le preguntó el nombre, y tuvo como respuesta: "X; llámame X..."  Unos suficientes segundos de (sugerente) silencio y luego: “Ximena”…  Comprendió inmediatamente; por ello respondió: "Yo me llamo Y…"(breves segundos…), "Yoel… " El juego había comenzado.  Continuó con los datos del destino y otra sorprendente coincidencia: Se alojarían en el Hostal del Sol… No fue necesario coordinar nada. Luego de una agotadora jornada de trabajo compartieron la cena, el café en el jardín a la luz de las estrellas, la habitación, la almohada, la alfombra y el vértigo del sexo más feroz e interminable, aquel que hubiera hecho sonrojar hasta a Arjona…
Cada uno de los siguientes cinco días volvió a repetirse  esa secuencia que parecía escrita de antemano, no había búsquedas, solo encuentros. Nadie se atrevió a hablar de sus vidas, solo existieron ellos y sus momentos; como si la tormenta se hubiera prolongado en una agonía que hiciera preveer el fin para ambos, aquel que les anunciaba que estaban el uno para el otro: allí y ahora. ¿Después…? ¿¡Quién se atrevería ahora a pensar en el después…?!
Las coincidencias llegaron hasta el vuelo de regreso, esta vez en asientos separados, como previendo el final de tantas casualidades…
El hall de desembarco, otra vez la soledad antes del reencuentro; el de cada uno con los suyos… Ellos serían siempre el recuerdo del  casual y maravilloso encuentro entre X e Y…



                                                                                   Peregrino

sábado, 24 de marzo de 2012




El Anticuario

Amanecía sintiéndose asfixiado por la rutina que lo acorralaba diariamente. Preparaba su desayuno: mate y tostadas con mermeladas, tal como lo hiciera por años con su compañera.  Luego habría la puerta de su dormitorio y se dirigía al local donde buceaba entre los objetos tratando de descubrir alguna diferencia o novedad que le hiciera más atractiva la jornada.  El resultado era siempre el mismo: nada cambiaba de forma ni de lugar,  todo seguía transcurriendo entre diferentes tonalidades de gris.
La inercia lo llevaba  al viejo plumero, luego, como el mejor de los esgrimistas; quitaba el polvo sobre la vieja Underwood, el reloj de pie y el resto de los objetos.
En los momentos de plena soledad, cada vez más frecuentes, y asegurándose que nadie lo viera;  desataba su formalismo y se permitía jugar con algún desvencijado teléfono.  Solía pedirle a la operadora que lo comunicara con Esther, claro la operadora ya no existía y Esther lo miraba desde el infinito lamentando no poder acompañarlo…
Hoy era un día especial, por ello se daría el lujo de volver a usar esa vieja máquina.  Sí, aquella con la que solía escribir viejos poemas de amor a su pareja.
Tanteó debajo del mostrador y, sin mirar, dio con la hoja que precisaba. La introdujo, giró el rodillo y cuando estaba a punto de descargar su angustia sobre el teclado la campanilla de la puerta le anunció el ingreso de un cliente. Giró presuroso en busca de esa venta que tanto precisaba.  Fue inútil.  Debería haber sido el viento, o quizá alguien que intentó ingresar y se arrepintió antes de hacerlo…  Volvió para completar  su cometido.  No lo pudo lograr.  Inmóvil y perplejo  pudo leer:  ¡Feliz Cumple!      Esther…
Inútilmente buscaría una justificación, su mente no estaba preparada para comprender aquello que no la tiene.   En tanto, quitaría la vieja máquina de escribir de la venta y la dejaría con una hoja puesta; por las dudas…


                                                                        Peregrino

domingo, 15 de enero de 2012

Hilos





Lo consumía saber que su destino era no tener destino, que su existencia pendía de un hilo. 
Inmóvil, transcurría las horas en su lugar de encierro pendiente de ese rescate esporádico que lo conducía a la luz, a ese éxito que él tanto disfrutaba.  Allí sí era él, quien bailaba e interactuaba con sus pares en forma magnífica. Ese que ya había adquirido relevancia artística.
No podía imaginar el rencor y la envidia de no sentir las sensaciones de frío o calor.  No podía reclamar, no tenía gremio que lo representara.  Solo le quedaba esperar resignado a que se hiciera la luz, esa que le habría la puerta al exterior, la que le anunciaba la fiesta de compartir con sus pares.
La falta de aíre no lograba asfixiarlo, él permanecía allí a la espera, sabía que lo precisaban y que, con mayor o menor frecuencia, irían en busca de su ayuda.  Lograba mantener, incólume, aquella  sonrisa que le habían impuesto como primer y único gesto permanente.
Jamás llegaría a comprender porque su sustancia podría ser el reflejo de esa pisada que él nunca podría ser…
Por suerte cuando esos hilos se movían él cobraba vida y mediante la voz de su conductor lograba el festejo de todos los concurrentes, mayormente niños; aquellos que todavía sabían divertirse con una marioneta cuya existencia continuaría pendiendo de un hilo…


                                                                               Peregrino
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