Cuentos de Peregrino

Un lugar de encuentro con los sueños y las fantasías...

martes, 10 de diciembre de 2013

Tributo a Alfred:


Lucia siempre impecable, no podía ser de otra manera teniendo a quien tenía como asistente.  El era quien se ocupaba de zurcir delicadamente las telas rasgadas por el maltrato sufrido. De mantener bajo siete llaves el secreto de los suaves y disimulados toques de maquillaje que ocultaran las consecuencias de prolongadas noches de lujuria.
Sus habilidades, mucho más allá de las requeridas para un simple mayordomo, se extendían al mantenimiento del vehículo.  Pasaba horas reparando las abolladuras, retocando la pintura o lavando y sacando brillo a la carrocería para que luciera como debía.
El mayor esfuerzo, lo que le requería una entrega total, casi sobrehumana; estaba dado por el apoyo psicológico: Afectado por una profunda depresión y abrumado por el rol que le habían asignado, Alfred lo  alentaba constantemente logrando que luciera impecable.
Ni hablar de la aparición de rasguños profundos: sabía que tenía que actuar rápido, antes que el descubrimiento de la herida le hiciera ver la sangre; acontecimiento que le provocaría un desmayo inmediato ¡con lo que le costaba levantarlo! Menos mal que con la dieta hipocalórica había logrado reducirle el sobrepeso que lo hacía lucir como un murciélago embarazado.
Resignado,  sabía que podría descansar por algunos momentos cuando su amo, convocado  por la imagen proyectada en el firmamento; acudiera a cumplir con la hazaña y el rol que le habían asignado.
En medio de la oscuridad permanente de la ciudad el héroe continuaría cumpliendo los mandatos que le prescribiera su creador. Alfred acompañaría en silencio rogando que, al menos, algún día no tuviera que plancharle la capa…


                                                             Peregrino
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