Luego
de años de gestión, había logrado posicionar a la línea aérea en un lugar de
excelencia. Ahora, próximo a su retiro, se
había propuesto hacerlo con los mejores resultados.
Cerró
la exposición ante la asamblea de accionistas con el anuncio de haber superado
el objetivo de ganancia para el ejercicio. Esto implicaba un jugoso reparto de
dividendos lo que, obviamente, originó un espontaneo y cerrado aplauso.
Interiormente,
él comenzaba a evaluar como aplicaría sus honorarios a la compra de acciones,
convencido que lograría superar todas las expectativas.
Ambicioso
y exigente, mucho más allá de cualquier límite, comenzó a solicitar informes
para analizar alternativas que le permitieran cumplir con su objetivo. Sabía
que sería complicado, el valor de las tarifas estaba limitado por el precio de
la competencia; la incorporación de nuevas rutas resultaria antieconómico, debía
ir más allá; explorando nuevas opciones.
Comenzó
a aparecer, de pronto, una posibilidad; aquella que le podría dar la mejora en
resultados que precisaba: La ocupación de las bodegas era de un sesenta a
setenta por ciento, esto implicaba que estaban transportando una importante
cantidad de “aire” y además, gratis…
Se
centró en estudiar como consolidar cargas aprovechando cada milímetro de
espacio. La solución no apareció de inmediato, se fue construyendo a través de
una sucesión de hechos. El primero de ellos fue un lote de baterías de litio
que no había podido ser despachado en un vuelo de transporte de carga. Claro,
tenía la peculiaridad de ser peligroso, pero el transporte aéreo era tan
seguro… La aerolínea era tan eficiente, la rentabilidad de completar la carga
con este tipo de mercadería era tan alta…
Lo
dudó, no mucho. Comprobó mes a mes, durante más de diez, que los resultados
crecían y eran óptimos, ya imaginaba su nueva exposición y planeaba su retiro
después de la jugosa retribución de este año…
De
pronto, la noticia inesperada: Un vuelo, con doscientos treinta y nueve
pasajeros había desaparecido.
Ordenó
la búsqueda de inmediato. También solicitó los costos diarios de la misma y la
evaluación de a cuánto ascendería la indemnización al pasaje si se confirmaba
lo peor. Faltaba muy poco para el cierre de ejercicio, su último balance. Respiró
aliviado cuando, al analizar la respuesta, pudo comprobar que el costo del rastrillaje
no alcanzaría a malograr los resultados de este año… Podría haber sido un
atentado, en cuyo caso, el costo debería pagarlo el aeropuerto y, en la peor
situación, si tuvieran que indemnizar a las víctimas, ya no correspondería a un
período de su gestión…
Peregrino