Solo faltaba el
tributo. Estaban convencidas que, una vez logrado, pasarían a integrar las
huestes de su idolatrado.
Con esa premisa
iniciaron la búsqueda del “candidato”. No fue difícil, sábado por la noche, poca ropa, mucha
pintura, música y alcohol y; en menos de media hora, en el auto rumbo al
departamento.
Un baile
sensual y unas pocas caricias eróticas fueron suficientes para amarrarlo a los
barrotes del viejo camastro.
Aprovecharon la
exacerbación de su virilidad para cortarla con facilidad y, así, concretar su
primer entrega. Ahora gemía y lloraba tristemente. Ellas, impávidas, iban por
más; por ganarse ese espacio en la nube que les permitiera adorar a su ídolo
virtual.
Estaban
dispuestas a hacerlo hasta el final, tal como exigía el rito. Paso a paso
fueron cortando y desechando: primero los dedos; luego los miembros. Por suerte
ya no se quejaba, ahora, inconsciente; se desangraba hacia la muerte.
En tanto ellas,
enlodadas de rojo carmesí, comenzaban a percibir que el acto estaba dando sus
frutos. Ya no estaban aquí, ahora
recorrían ese espacio virtual donde, algún día; en algún momento, se
encontrarían con su “Slender Man” : el hombre hecho leyenda…
Peregrino