Cuentos de Peregrino

Un lugar de encuentro con los sueños y las fantasías...

martes, 31 de marzo de 2015

Malevo




Fue instantáneo, una reacción instintiva lo llevó a desenvainar el facón que llevaba en la espalda. El aire crujió partido por el filo de ese metal, luego se tiño de carmesí en las profundidades de las tripas del osado que  se había atrevido a rozar a su rubia…
Quedó allí, tirado en el centro del patio del conventillo donde se había armado la bailanta, nadie se atrevió siquiera a tocarlo.  Un fuerte silencio había congelado la escena, en tanto, Malevo controlaba el entorno con su mirada…
Quitó su pañuelo, limpió el facón, enfundó y se retiró en silencio. Caminó por el empedrado humedecido por el sereno de una noche que ya se despedía.  Rumiaba su bronca por ese atrevido ¡Ya nadie se atrevería a tocar a su mina!
Él se sabía macho, de esos que saben llevar su hombría y defenderla. Un Malevo de ley a quien no lo inmutaban este tipo de hechos.
De pronto, lo inesperado, lo que nunca le había sucedido: algo que cruzaba la calle pasó por sobre su zapato.  Sintió que el corazón le explotaba. Intentó, inútilmente,  secar la fría transpiración de su rostro con el pañuelo que, luego recordó, había tirado…   Enderezó el rumbo y caminó rápidamente tratando de disimular el temblor de sus piernas, esas, que solo flaqueaban ante un roedor…


                                                                    Peregrino
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