El sabía que había sido elegido porque así lo deseaba, lo
que no se imaginaba era que esa elección marcaría definitivamente un rumbo en
su vida. En definitiva la idea había
sido suya y haber sido seleccionado hasta le resultaba casi lógico.
Se sentía orgulloso e importante, era uno de los tres del
“grupo ejecutivo”, uno de los que conduciría al resto tomando las decisiones
necesarias para poder cumplir el objetivo: Reunir fondos para el viaje de
egresados, el soñado viaje a Bariloche.
Por aquellas épocas los muchachos iban al turno mañana y
las niñas al de la tarde, por lo tanto; la primer misión consistió en quedarse
un mediodía para proponer a las chicas que se organizaran como ellos y luego se
reunieran para planificar algunos bailes.
Así fue como los dos “grupos ejecutivos” se encontraron
frente a frente en el primer piso del bar de la esquina pensando como iban a
llevar a cabo la primera experiencia. Decidieron formar tres parejas, para lo cual
colocaron sus nombres en un papelito y los papelitos en dos copas. El azar quiso que le tocara con Mirta: esa
niña que lo miraba serio…de largo cabello negro, con su delantal blanco de
cuello alto y ese halo de encanto detrás de sus ojos de miradas profundas…
Llegó el día del evento, fue una noche hermosa y el inicio
de muchas más porque comenzó a descubrir el ángel que le habían bajado para
acompañarlo por el resto de sus días…. (…y ya van treinta y seis años y trece
mil ciento cuarenta noches…)
Peregrino