Diálogos:
La espesa neblina
profundizaba su estado de soledad y no le permitía ver más allá de sus
pies. Aún aislado, sostenía un diálogo
intenso:
-Le puedo decir que no estoy preparado…
-Si, claro, ¡pedazo de boludo, con veintisiete años y
siete de novios ahora le vas a salir con que no estás preparado…!
-Bueno, pero tengo que encontrar la manera. Todavía estoy a tiempo…
-¿A una semana llamas estar a tiempo?
Era inútil levantar la mirada para aferrarse a alguna
imagen que le permitiera modificar el foco, no se veía nada. Cada tanto el faro de algún vehículo asomaba
a distancia, producía el destello del acercamiento y se perdía en la ruta
continuando su camino.
-Bueno en una semana la voy a ver por lo menos dos o tres
veces, quizá comience a mostrarme distante y luego pueda ir sugiriéndole…
-¡Sugiriéndole que! ¿Vos estás pensando en romper o en
cambiar la fecha del casamiento?
-¿y cuál sería la diferencia? No va a aceptar ninguna de
las dos…
Intentaba acelerar sus pasos para llegar más rápido y así
poner fin a esta conversación tediosa, el camino se desdibujaba y lo obligaba a
disminuir la marcha.
-Pero, a ver, vamos a enfocarnos mejor: ¿La duda pasa por
el afecto o por lo que implica un matrimonio?
-Bueno en realidad…
No fue necesaria ninguna decisión, el accidente lo dejó
parapléjico. Tampoco hizo falta el
casamiento; ella lo acompañaría de por
vida, no le hacía falta ninguna formalidad para asumir el compromiso que
implicaba su pasión, el ya no podría evidenciar jamás la duda de su otro yo…
Peregrino