Solo faltaba el
tributo. Estaban convencidas que, una vez logrado, pasarían a integrar las
huestes de su idolatrado.
Con esa premisa
iniciaron la búsqueda del “candidato”. No fue difícil, sábado por la noche, poca ropa, mucha
pintura, música y alcohol y; en menos de media hora, en el auto rumbo al
departamento.
Un baile
sensual y unas pocas caricias eróticas fueron suficientes para amarrarlo a los
barrotes del viejo camastro.
Aprovecharon la
exacerbación de su virilidad para cortarla con facilidad y, así, concretar su
primer entrega. Ahora gemía y lloraba tristemente. Ellas, impávidas, iban por
más; por ganarse ese espacio en la nube que les permitiera adorar a su ídolo
virtual.
Estaban
dispuestas a hacerlo hasta el final, tal como exigía el rito. Paso a paso
fueron cortando y desechando: primero los dedos; luego los miembros. Por suerte
ya no se quejaba, ahora, inconsciente; se desangraba hacia la muerte.
En tanto ellas,
enlodadas de rojo carmesí, comenzaban a percibir que el acto estaba dando sus
frutos. Ya no estaban aquí, ahora
recorrían ese espacio virtual donde, algún día; en algún momento, se
encontrarían con su “Slender Man” : el hombre hecho leyenda…
Peregrino
Un relato llevado de formidable manera, Osvaldo. Los hechos que se dictan no están nada alejados, además, de la realidad, por lo que leer produce escalofríos. Con pocas líneas dices mucho. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Setefilla. Además he sufrido el escalofrío, porque como sostengo muchas veces, la realidad supera a la ficción. Ayer por la tarde pasó por nuestra casa un muchacho joven, delgado, con una figura muy particular, muy semejante a la de la ficción... Mi hija y mi nieta no lo podían creer cuando se los mostré al pasar... Un abrazo
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