Sofía y Gala
habían sido seleccionadas porque daban con el perfil requerido por la empresa. Estatura
mediana, cabello castaño claro, ojos almendrados, tez blanca, voz dulce y
afable; domino de idioma, solteras y obviamente: no vivir a una distancia mayor
a 20 kilómetros del aeropuerto.
Se habían conocido ocasionalmente, al compartir
esperas. Ninguna de ellas sospechaba que
tenían un vínculo en común. De haberlo
sabido, la relación hubiera sido muy distinta.
Esa coincidencia se llamaba Ariel, más precisamente, el comandante Ariel
Lucas. Un profesional, egresado de la
escuela de aviación con las mejores calificaciones. Un galán: estatura mediana, delgado, cabello
entrecano, ojos azules, voz pausada y profunda.
No había conocido auxiliar que no se hubiera impactado con su imagen.
Después de cinco
años de trabajo, la aventura y el apasionamiento del comienzo habían desaparecido; ahora todo era
rutina, hasta la preocupación y el temor
por el estado y mantenimiento de los equipos.
“Son una bomba de tiempo...” había comentado íntimamente Sofía,
Lo que sí se había modificado sustancialmente, eran sus
vidas: Sofía convivía con Ariel. Llevaban una vida distendida y alegre. No tenía parientes, solo un tío lejano
viviendo por las costas de Málaga.
Gala, en cambio, no había podido cortar el cordón y,
silenciosamente, soportaba las angustias de su madre y las (cada vez más
frecuentes) borracheras del padre. Había
intentado independizarse varias veces y otras tantas, su madre había caído en
profundas depresiones; o el padre había reaccionado descargando la ira con su
mujer. A pesar que la
presencia de Gala era esporádica por el trabajo; la demanda y el vínculo
de única hija con los padres no le permitían contar con los breves momentos de
independencia que merecía.
Se propuso una y
mil veces romper este círculo vicioso y otras tantas, sucumbió al reclamo de
los padres.
Estaba una vez
más esperando la salida del vuelo. Por
lo menos podría compartir algunos momentos con su amor imposible. En ese momento, Sofía la sorprendió:
-
Hola,
Gala.
-
¿Qué
tal muchacha? ,¿qué es de tu vida?
-
Tengo
que pedirte un favor.
-
Dale,
si puedo...
-
Mirá,
hoy cumplimos aniversario con Ariel y además, tengo una sorpresa para él: estoy embarazada. Quiero darle la noticia en vuelo,
anunciándola por comunicador. Te cambio
el viaje, yo tengo que salir en seis horas a Mendoza.
-
......Pero
Sofía ¡tenemos que avisar en operaciones.... ¡ .
-
¿Quién
se va a enterar? Ariel es el comandante........ . Dale Gala haceme el favor...
No podía decirle
que no. Era una barbaridad. Pero la ocurrencia era genial. Además, íntimamente; muy íntimamente, Gala
envidiaba poderosamente a Sofía y facilitarle esto era como vivir su propia
ilusión.
-
Bueno,
dale. Pero cámbiate esas medias que
están corridas.
-
No
tengo otro par, prestame las tuyas; ¡dale que en cinco minutos abordamos!
Y así comenzó una nueva historia.....:
Dicen que el
viejo DC9 32 se metió en una tormenta muy fuerte. Dicen, también, que el Pitot que lee la
velocidad se “engeló” (congeló).
A nueve mil metros
de altura no es posible conocer la rapidez de desplazamiento, si no es a través
del tablero. Cuando la tormenta de
viento y granizo congeló el pitot, no hubo indicador que permitiera conocer la
misma. La lectura en el tablero indicaba
pérdida de velocidad..... . Ariel pedía
más empuje (potencia), al copiloto. El
avión aumentaba la rapidez, mientras que el comandante suponía que la perdía
cada vez más. Entonces, el error
fatal:
“- Dame flaps “.... .
“- Nos caemos......, la p....que lo pa.... .”
El intento de
aumento de sustentación por medio de los flaps sólo puede realizarse a
velocidad muy reducida. En esta ocasión,
había provocado una resistencia enorme que terminó desarmando las alas y
precipitando la caída del avión a toda velocidad. No hubo sobrevivientes. El impacto produjo un tremendo pozo en el
suelo de Fray Bentos. Seguramente, antes
de este momento fatal, Ariel ya estaba disfrutando de la noticia y Sofía más
profundamente de su embarazo.
Mientras tanto
Gala, que no había vuelto a casa, caminaba la costanera; se enteró de la
noticia por una de las radios de los puestos de la zona. Al principio enloqueció y estuvo impulsada a
echarse a correr. De pronto una loca
idea la asaltó: autosecuestrarse, denunciar la perdida o robo de los documentos
-los de Sofía Martínez-. O es que
alguien podría suponer que Gala Giménez no era la auxiliar de a bordo..... .
Peregrino
Relato re editado para establecer el link con el programa radial de Paracuentos del día de la fecha
ResponderEliminarMe gustó mucho, tiene vuelo (perdón), se ve muy profesional.
ResponderEliminarMe gustan los relatos que requieren de un conocimiento técnico, posiblemente sea porque me encanta el realismo.
Un fuerte abrazo.
HD
Gracias Humberto, sí está basado en un hecho real y tiene información técnica referente al mismo. El resto es puro "vuelo" tal como decís. Abrazo
Eliminarun texto fuerte!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminargenial Peregrino!
un abrazo
Gracias Diana, fue uno de mis primeros. Lo retomé por la lectura en la radio. Abrazo!!!!!
ResponderEliminarEl destino y sus jugadas maquiavélicas.
ResponderEliminarUn abrazo
Tal cual Flor, gracias por pasar. Abrazo
ResponderEliminaramo el juego de palabras que lográs cuando escribis tus textos
ResponderEliminarYo amo este tipo de elogios. Gracias MuCha continuaré intentándolo. Abrazo
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