Se había
preparado especialmente para este invierno. Había ubicado un espacio protegido
del viento. Se había procurado unos
guantes de lana, a los que les había cortado los dedos para que no se dañaran
prontamente en la búsqueda de su sustento
diario y contaba con la compañía de “Pelo” y “Pucho”; dos canes compañeros de
hambrunas contra los que se acurrucaría durante las noches más crueles.
Sus
períodos la habían sorprendido con la misma frecuencia que esas extrañas
sensaciones sobre la zona púbica.
Explorándose había comenzado a descubrir el placer y con este la
tendencia a buscar y admirar a los muchachos. Especialmente a uno que pasaba
todas las mañanas a primera hora y que
perdía de vista cuando se hundía en el ingreso a la estación de subtes. Era alto, morocho. Aún a distancia había descubierto unos ojos
almendrados, brillosos. Caminaba
erguido, medio escondido detrás de bufandas y sobretodo.
Había
comenzado a esforzarse por mantenerse aseada.
Con el cabello más o menos peinado, vestía las mejores prendas que había
podido rescatar.
Tenía,
ahora, un nuevo motivo para esperar cada amanecer. Verlo, volver a descubrirlo, mirarlo,
seguirlo, desearlo…
Cada día
intentaba aproximarse un poquito más. Sólo esperaba que, en algún momento y por
algún motivo el la viera.
Así
sucedió, o se había acercado demasiado o por otro motivo él había volteado y la
miraba. Paralizada observó como se
quitaba su guante, introducía la mano en el bolsillo y extendía su brazo para
alcanzarle unas monedas… Recibir sin pedir fue suficiente para comprender y
saber cual era la condición que la condenaba…
Peregrino
Continuación de un antiguo relato, a pedido de una seguidora...
ResponderEliminarque tristeza... la condena de ser una marginada!
ResponderEliminarQUE BUEN TEXTO!!!
Abrazos Peregrino!!!!!!!!!!
Podría ser algún día que como en los cuentos se encontrara alguien que la rescatara de la pobreza.
ResponderEliminarSaludos.
Escarcha: Gracias por estar SIEMPRE. Abrazo Socia!!!!
ResponderEliminarla MaLquEridA: Podría ser. Continuará...
Y vuelvo de las vacaciones y me recibís con esta delicia. Porque además de la tristeza que desgrana la historia, lograste un texto íntimo y sensible.
ResponderEliminarAbrazo y felicitaciones, amigazo!!!
P/D: Pavada de viajecito el que emprndieron con Mirta, eh? Bien merecido y disfrutado!!! ;)
Gracias Bee!!! ¿sabes? creo que este personaje me esta atrapando y va camino a algo mayor... El viaje fue algo espectacular, lo disfrutamos mucho, tal como se ve en las fotos. Fue el regalo de Mirta para mis sesenta...
ResponderEliminarVengo de lo de BBorjas me gustó tu comment y vine a chusmear
ResponderEliminarMe voy contenta
abrazo
Los adultos lo sabemos ciertas líneas no se cruzan. La niña de tu cuento comienza a comprender.
ResponderEliminarUn cuento duro como el invierno y la desolación que retrata.
Un fuerte abrazo
Muy cierto Patricia, más desgarrador es verlo... Abrazo
ResponderEliminarBueno, pues por aquí sigo. Hurgando me he detenido en este, no sé, el título me ha enganchado. El relato es un estupendo 'puñetazo en el pecho', y digo estupendo porque me ha hecho sentir, que es lo que buscamos cuando leemos y escribimos. He visto perfectamente a la adolescente y sus circunstancias externas e internas. Gracias.
ResponderEliminarTe saludo otra vez.
Setefilla.
Uf!!!!! Cuanto daría por tener una imagen de la adolescente que inspiró este relato... Gracias por pasar. Un abrazo
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