Se juraron
pasión eterna convencidos que ninguna
circunstancia podría afectar su relación.
Presurosos buscaron un candado grande, así como el tamaño de su cariño y
corrieron a colocarlo en el puente del amor, seguros que su fortaleza y
permanencia les garantizaba la eternidad.
Tiempo después, la relación atravesaba una profunda crisis. Decididos fueron con sus
llaves a recuperar el candado y desandar el camino…
Intentaron
una y otra vez y tantas otras fracasaron. Quizás la humedad, la corrosión, el
paso del tiempo, las llaves dañadas… No
lo sabían, pero tenían la certeza de que este imponderable les impediría concluir
lo que parecía tener destino final.
Se alejaron
caminando lentamente, cabizbajos, tomados de las manos… No les quedaba opción,
el candado continuaba más firme que nunca…
Peregrino
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